“Lo importante no es el coche oficial, sino que el Estado gobierne para el mercado”
Estadounidense de nacionalidad francesa, Susan George (1934),
activista y pensadora, es presidenta de honor de la Asociación para la
Tasación de las Transacciones Finacieras y ayuda a la Ciudadanía
(Attac). George denuncia el “austericidio” al que se somete a España
PACO
CERDÁ| VALENCIA Decir de Susan George que es una
activista y pensadora es empequeñecer la figura de esta combativa
estadounidense de 78 años afincada en París. Y su ensayo El Informe
Lugano, en el que imagina un terrorífico escenario ecológico, económico,
laboral y social hacia el que abocaba el capitalismo del siglo XXI,
constituye una biblia para los movimientos sociales y el
anticapitalismo. George asistió en Valencia al Máster en Derechos
Humanos, Democracia y Justicia Internacional de la UV. La activista
advierte de que “la democracia está en peligro ante el ataque de la
clase de Davos: una clase transnacional desvinculada de la suerte del
resto de la sociedad y compuesta por las altas finanzas, las empresas
transnacionales y algunos gobiernos que consideran que la democracia es
demasiado lenta”.
-Usted denuncia el “austericidio” de Europa.
-Es que la actual política de austeridad, en particular en Grecia y
España, es inaceptable. Es inaceptable que la mitad de jóvenes españoles
no tenga trabajo. ¿Para quién se gobierna? Porque esa es la gran
cuestión en democracia. Las constituciones de Estados Unidos, Francia -y
me imagino que también la de España- subrayan que el pueblo es
soberano. Pero con este principio de austeridad aprobado por Europa, ¿se
gobierna para la gente o para los mercados financieros?
-Cree entonces que el pueblo ya no es soberano…
-El pueblo está deviniendo cada vez menos soberano. Y con el Tratado
de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la UE se está robando no
solo el poder a los ciudadanos, sino también a los representantes de los
ciudadanos. Por tanto, ni tenemos democracia directa, ni democracia
representativa.
-Pero apenas reaccionamos…
-Está el frente de los indignados y algunos huelguistas. Pero la
última huelga en España no ha tenido éxito. Y pienso que es porque la
gente tiene miedo de perder su trabajo. Yo comprendo ese miedo, porque
el miedo es la disciplina de una sociedad capitalista, que usa el miedo
individual para disciplinar y calmar la población con el objetivo de que
acepte lo que le digan. De hecho, creo que los griegos y los españoles
son como ratas de laboratorio para ver qué nivel de castigo y
sufrimiento puede ser aceptado por esta sociedad sin que la gente se
rebele. Eso puede alentar al fascismo.
-¿Considera que la extrema derecha saldrá reforzada?
-Es el paradigma clásico que ya vimos en los años 20 y 30: el poder
de la extrema derecha. Pienso que es normal. ¿Hacia dónde se volverán
las personas sin formación? Mirarán al vecino, al inmigrante que tienen
al lado… Desgraciadamente, es una reacción que ya hemos visto y para la
que hemos de estar preparados.
-Con la crisis, la población española ha redoblado sus críticas
contra los sueldos y privilegios de los políticos. ¿Eso es desviar la
atención de lo importante?
-¡Pero si son los banqueros a los que deberían criticar! La actual
crisis es la continuación de lo que ocurrió en 2007 y 2008 por culpa de
los banqueros y, en España, de la burbuja inmobiliaria, que al final
también era culpa de los bancos por dar préstamos imprudentes y
alimentar esta burbuja. Sin embargo, cuando estalló la burbuja, fue el
Estado el que asumió la deuda privada. La deuda pública de España era
muy moderada cuando estalló la crisis. Sin déficit y con el 50% de deuda
pública, cuando se permitía tener hasta el 60%. ¡Estabais perfectos,
mejor que Alemania! Pero el Estado cargó con la deuda de los bancos. Y
ha gastado muchísimo dinero para capitalizar y salvar los mismos bancos
que habían causado el problema. Por eso la deuda pública aumentó muy
rápidamente. Es una respuesta muy larga a la pregunta, pero no es el
coche oficial de los políticos lo importante, sino que el Estado
gobierna para los mercados financieros y no para el pueblo. Se ha
castigado a los inocentes y los culpables han sido recompensados.
-¿Y, ante ello, qué pueden hacer los ciudadanos españoles?
-Unirse. Unirse los estudiantes, los parados, los jubilados, los
trabajadores, los sindicalistas, los agricultores… Todo el mundo ha de
unirse contra esta realidad. Porque la clase de Davos, que es la que
gobierna por ellos, está muy unida.
-En Pakistán, una niña que quería estudiar ha sido víctima de un atentado que casi le arranca la vida. ¿El mundo está loco?
-No, el mundo no está loco. El mundo musulmán de los talibanes es
sexista, machista y tiene un miedo terrible a la mujer, a la sexualidad
de la mujer y al poder de la mujer. Y cuando ellos tienen el poder, lo
utilizan para oprimir a las mujeres. Puede llamársele locura, pero
responde al interés de los hombres por coartar la sexualidad femenina.
-Si Karl Marx resucitara y viera esta Europa, ¿qué pensaría?
-Él pensaría que la guerra de clases está acabando y que los ricos la
están ganando. De eso trata mi próximo libro, que publicará Planeta en
España en febrero y que se titulará El Informe Lugano 2. Cómo ganar la
guerra de clases. El subtítulo procede de una frase de Warren Buffet, la
tercera fortuna del mundo, que escribió: ‘Hay una guerra de clases,
pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la
estamos ganando’.
-Es cierto.
-¡Claro! Y por eso hay que unirse y no dejarse perder. Porque en
juego está la democracia y todo lo que hemos hecho desde el siglo XVIII.
Todo aquello que los europeos hemos hecho desde el fin de la II Guerra
Mundial. Todo lo que los españoles han hecho desde el final del
franquismo.
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