“ Si posees claridad, si eres una luz interna para ti mismo, nunca seguirás a nadie ”

J.Krishnamurti

domingo, 20 de noviembre de 2011

Estorninos dibujan murmullo fractal en el cielo

Un formidable video captura el poético vuelo de una parvada de estorninos, los cuales se comportan como un solo organismo en el cielo gris de Irlanda 


El vuelo sincronizado de una parvada de estorninos es uno de los espectáculos de la naturaleza que parece decirnos que los miembros de una especie están conectados por un campo de autoorganización que, al menos por momentos, nos permite  pensar que se trata de una unidad transpersonal. En su demostración de aéreas matemáticas del caos, todos los estorninos son una sola ave que no sólo vuela con perfecta coordinación, sino que llega a dibujar con su vuelo la figura de un estornino gigante, creando un autorretrato del que cada estornino individual es también un fractal.

Este video grabado sobre el Río Shannon en Irlanda captura el poético pavor que genera la dinámica crepuscular –más común al acercarse el invierno– de estas aves que rozan el agua y se lanzan sobre el cielo en violentas, aunque milimétricas, aerobacias. Evocan un lenguaje hermético, una ornitomancia, cuyo sentido y explicación científica nos elude. Pero esta relación entre el vuelo coordinado de los estorninos y el lenguaje (y el enigma) es evidenciada por el nombre que tradicionalmente recibe su vuelo: “una murmuración”, un susurro del ángelus o del corazón secreto del cielo.  El vuelo de otra ave, el ibis, míticamente dio origen al lenguaje escrito, al ser imitado por Thoth, el dios egipcio.


¿Qué es lo que permite la asombrosa coordinación de los estorninos, su unísona murmuración? Lo cierto es que la ciencia no tiene una expliación exhaustiva de este fenómeno pero considera que la mejor forma de describir su vuelo es con las ecuaciones de las transiciones críticas– sistemas que se transforman completamente al instante, como metales que se magnetizan o un líquido que se convierte en gas. Cada estornino está conectado con todos los miembros de la parvada, casi como si fueran fotones entrelazados cuánticamente.
En un plano indvidual no hay nada extraordinario, cuando un vecino se mueve también te mueve tú. Sin embargo los soprendente es que el sistema de estorninos llega a un punto crítico en el  que patrón completo que describe su vuelo cambia al instante –miles de pájaros a cientos de metros de distancia se mueven simultáneamente– y se mantiene en este estado como si fuera un sólo organismo, o como si tuvieran, momentáneamente,  una especie de mente de colmena. Se ha sugerido incluso que las parvadas de aves en algunos casos pueden considerarse sistema biológicos críticos; de la misma forma que un grupo de aminoácidos determina la estructura de una sola proteína, un grupo de estorninos determina la estructura del supraorganismo que conforma la parvada.

Es solo una especulación, pero es posible que la naturaleza en su totalidad este organizada por sistemas dinámicos de un orden emregente que yace invisible desde dentro del sistema o desde ciertas perspectivas –en ocasiones si observamos una nube desde la tierra no podemos percibir que en realidad se trata de un sistema meteorológico complejo estrechamente interrelacionado e interdependiente.  Entendemos que nuestras células son parte de un sistema que  forma nuestro tejido  que  a su vez forma nuestros órganos y nuestros aparatos hasta el punto de que todo nuestro cuerpo es un organismo holístico: la prueba de ello es que en que cada célula está la información de todo el organismo y es posible clonar un ser vivo con sólo obtener una gota de sangre. Sin embargo, sería difícil, de tener conciencia, que una célula entienda que es pare de un supraorganismo: una persona, un árbol, un ratón, una ballena. Conjeturamos que las personas tal vez son parte de un supraorganismo, la humanidad, y no sólo como un abstracción o una metáfora sino bajo una organización biológica transpersonal interrelacionada e interdepenendiente, que se afecta entre sí pese a no tener aparentememente contacto por medios físicos ordinarios. Es posible que el universo entero este construido bajo esta organización de sistemas holísticos que son imperceptibles para los miembros de las escalas inferiores.  Tal vez un planeta es sensible a todos sus elementos configurativos –somos sus células– pero no es capaz de percibir de la misma forma a una galaxia y así sucesivamente.  Esto es sólo una especulación motivada por ver una estructura  biofractal en movimiento en el cielo, una murmuración. Sin embargo, esta especulación obedece a una profunda intuición:

“El remoto rey de los pájaros, el Simurg, deja caer en el centro de China una pluma espléndida; los pájaros deciden buscarlo, hartos de su presente anarquía. Saben que el nombre de su rey quiere decir “Treinta Pájaros”, saben que su alcázar está en el Kaf, la montaña o cordillera circular que rodea la tierra. Al principio, algunos pájaros se acobardan: el ruiseñor alega su amor por la rosa; el loro la belleza que es la razón de que viva enjaulado; la perdiz no puede prescindir de las sierras; ni la garza de los pantanos; ni la lechuza de las ruinas. Acometen al fin la desesperada aventura; superan siete valles o mares, el nombre del penúltimo es Vértigo, el último se llama Aniquilación. Muchos peregrinos desertan; otros mueren en la travesía. Treinta, purificados por sus trabajos, pisan la montaña del Simurg. Lo contemplan al fin: perciben que ellos son el Simurg y que el Simurg es cada uno de ellos y todos ellos”. Jorge Luis Borges


Pijamasurf 


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